Los hechos indican que el reinado de Magnus Carlsen corre poco peligro hasta que Yi Wei alcance la madurez. No sólo por la excelsa calidad objetiva del noruego; también porque se pone el listón altísimo, lo que le ayuda a sentirse motivado. Así lo ha demostrado al ganar por 3ª vez la Final de Maestros de Bilbao, donde el joven chino confirmó su enorme potencial
El deporte de élite, en general, no es una ciencia exacta; entre otras razones, porque los estados de ánimo o de salud pueden cambiar en cualquier momento. Ni siquiera el ajedrez, donde la suerte influye mucho menos que en otras disciplinas, es totalmente previsible. Sin embargo, con esas salvedades, es improbable que Serguéi Kariakin, penúltimo en Bilbao sin ganar una sola partida de diez, pueda destronar a Carlsen en Nueva York dentro de cuatro meses.
Es verdad que el ruso tendrá el apoyo del país más grande del mundo; incluso el presidente Vladímir Putin ha dicho en público que recuperar el título mundial de ajedrez es una prioridad. Ahora mismo debe de haber una brigada de grandes maestros rusos y algún psicólogo restregándose las meninges para diseñar la estrategia general más apropiada contra Carlsen. ¿Arriesgar en las primeras partidas (se jugará al mejor de doce) en busca de una victoria que desestabilice al escandinavo? ¿Porfiar por hacer tablas cada día para aburrir al campeón y arriesgar sólo en las dos últimas? ¿Arriesgar siempre, en la creencia de que el fallo de Carlsen es menos improbable en posiciones muy complicadas?
El campeón del mundo
se aseguró el primer premio una ronda antes del final con esta luchada victoria
No hay comentarios:
Publicar un comentario